EL TIO VIAGRA
Salió dando un sonoro portazo, de esos que te desencajan los tímpanos. En la oficina nadie estaba sorprendido por el exabrupto de su jefe, un tipo aparentemente callado, pero explosivo. “Seguramente ha chupado Demonio de los Andes ”, dijo alguien rompiendo el silencio sepulcral y generando la risotada general. Es que para todos era conocida su transformación cuando tomaba unas copas de más. El alcohol no sólo se le subía a la cabeza; se adueñaba de todo su ser, en especial de sus miembros inferiores, que adquirían vida propia y empezaba a volar como guerrero ninja , emprendiéndola a puntapiés contra todo lo que se atravesara en su camino. Repartía patadas de diverso calibre a paredes, mesas, sillas y cuanto objeto estuviera al alcance de sus zapatos. Mostraba especial predilección por los portones. Era casi una leyenda su estruendoso retorno a casa, pateando cuanto portón encontrase en su zigzagueante camino. El vecindario sabía que el estrépito de puertas golpeadas sin piedad, acom